AMBIENTE (Español)



Cuando era chico, en mi casa siempre había música. Discos, radio, cassettes… Y había un piano, que mi mamá tocaba con destreza para nuestro deleite. Visitábamos a mi abuela, que también tocaba el piano magistralmente. Yo lo único que quería era escucharlas, o jugar con el piano.

Como muchos chicos, armaba baterías en mi cuarto. No con cacerolas, porque el sonido metálico nunca me atrajo, sino con cajas de zapatos, maderas y cualquier otro sonido que encontrara atractivo.

Pero el primer instrumento que quise en mi vida fue un sintetizador.

Compraba revistas de música y el único instrumento que deseaba era el Yamaha DX-7 (un sintetizador), que promocionaba alguna casa de música en la contratapa.

Recuerdo que fui bastante “insistente” con mis viejos para que me lo compraran. Tendría más o menos 11 años. Entre otras maniobras, casi en plan guerrilla, recuerdo que les pegaba carteles en el espejo de su baño, con fotos del DX-7 y leyendas del tipo “derechos de Pablo ya!” (era la época del festival Amnesty, 1988).

Y mi primer instrumento fue un sintetizador. No "logré" el DX-7, pero sí el Yamaha DX-27, su "hermanito menor".

La primera noche, dormí abrazado al DX-27. Y todavía lo conservo.

Pasó el tiempo, pasaron algunas bandas, empecé a hacer música con elementos electrónicos y a interesarme también por otros instrumentos. Primero fue el bajo. Después fue la guitarra y la voz.

Aparecieron otros sintetizadores en mi vida. Primero el Oberheim Matrix 6r, después el Nord Lead 2x. Y otros tantos, algunos conservo y otros no.

Luego de manejar el Yamaha DX-27 y el Matrix, dos sintetizadores bastante complejos de programar y, sobre todo, bastante ásperos en su accesibilidad, el Nord Lead 2x fue como una supernova. A diferencia de los primeros dos, en el Nord Lead están todos los parámetros a disposición, cada uno con una perilla o un botón dedicado. No hay menús o submenús. La construcción del sonido está a la vista, no es un número que hay que representarse en abstracto qué es lo que hace o cómo influencia un sonido. Esto permite una mayor rapidez en la creación de un sonido determinado.

Y eso me abrió a la posibilidad de improvisar paisajes sonoros, ambientes sonoros, creando sonidos a medida que los iba necesitando, en tiempo real y simultáneamente a cada nota que se iba agregando al paisaje.

Así nació “Al Sol”, a partir de una improvisación grabada en una sola toma.

Y así fui creando obras, a veces a partir de improvisaciones, a veces a partir de arreglos que implicaban el diseño meticuloso de cada sonido (tanto con el Nord Lead como con otros sintetizadores).

Las obras que iban llegando a su conclusión, las que no quedaban por el camino, tenían la particularidad de ser obras ambient. Un ambient sin elementos percusivos, y con una presencia muy fuerte de melodías. Algo así como un “ambient-pop”.

Para mi, al escucharlo, este era un ambient “versátil”, en tanto podía funcionar como música "de fondo", sin distraer pero acompañando un momento, sea de lectura, de trabajo o de conversación. Pero que al mismo tiempo tenía un atractivo en melodías que me invitaban a seguir escuchando. Que me permitían "dejarme llevar" por la obra.

Después de unos años de crear diferentes obras, y encontrar esta línea, este hilo conductor, decidí que era momento de mostrarlas. Y al mismo tiempo de cerrar una etapa.

Así nació la idea de editar un disco.

Tuve muchas vacilaciones, especialmente relacionadas con la edición de un disco en este momento, en donde los CD cada vez son menos ubicuos, en donde el “objeto disco” tiene cada vez menor relevancia.

Sin embargo, todo el trabajo y el amor puesto en estas obras necesita, a mi modo de ver, un objeto, un algo tangible que lo refleje, que lo contenga.

Entre todas las obras que fui creando, elegí las que mejor representaban la música que quise expresar.

Y en ese momento, sentí que había llevado las obras lo más lejos que podía en términos sonoros, pero que no había logrado que brillaran.

Contacté entonces a una de las personas que más influyó en que yo fuera músico, Diego Vainer. Un Maestro en muchos aspectos, que no solo me enseñó en su momento a tocar instrumentos o producir obras, sino también a Escuchar. Diego es, para mi, un “Músico total”.

Y fue un enorme honor que haya aceptado masterizar mi disco. El trabajo que hizo fue hermoso. Entendió a la perfección lo que las obras necesitaban, y las hizo brillar de una manera que yo nunca hubiera podido.

La gráfica del disco fue creación de Alejandro Crudele, con quien ya había trabajado en mi banda Ansiosa, junto al Gran Mariano Keselman. Alejandro es un artista maravilloso, y el resultado fue hermoso.

Estoy muy feliz de editar este disco, en donde pude tomarme todas las libertades artísticas imaginables. En donde puedo reconocerme en cada sonido y en cada silencio.

Este es el disco más personal que podría haber editado. Más mío.

Este es mi “Ambiente”.

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1. Tubular
2. Über Ganz
3. Un Camino
4. Al Sol
5. Atlántico